Se que marcharás mañana

Se que marcharás mañana
al luminoso Olympos donde estarán
las diosas, que viendo como las estrellas
extinguiendo su destellos, de ellas se enamoran.

No olvides este mozo, que tanto te amó
contemplando tus oculos, brillantes
mientras el fuego de tu ribete, bajaba lentamente
a mi pantano soñador, y destruía el mundanal placer.

Ahora, yo estoy inmerso en esta diáspora
en la que nadie me es fiel, mientras tú,
felizmente en el Concilio de los Dioses estás
enamorandoles con tus cantades de ángel.

¿De que me sirve las caricias que envías
con este céfiro viento, para que mi dolor
apacigüe?
Si no alivian mi amor por tu rostro angelical.

Solo deseo que algún día, bajes de aquellas
nubes,  donde estas sentada, reinando
tu templo, y raptarme con los centauros de Hipodamía.
Y amarnos, en el mar ondulante que acaricia tu envés.


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