María…
La vida, el amor me eran esquivos,
Hasta que me adentre en tus pupilas.
Aquellas ondas tan finas,
Acariciando mis esquinas.

Cubiertas de aquella boina
Parece que me oían, cuando gritaba,
Tu nombre ¡María!
Bajando del lucero, diáfano.

La corriente del destino,
Viene a buscar amigo.
¿Quién tú eres? Extraña melancolía
Que tu corazón me ama.

Y tu figura me cautiva.
¿Serás tú Persephoneia?
Que me viene a secuestrar…
Con su cuerpo estelar.

Quiere ocupar mi feudo, desenfrenado,
Por el cantar de tu amor misterioso.
¡Tú! Hechicera, mirando en lo alto de la bóveda,
Quieres apagar mi vehemencia con dulzura.



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