Eternamente creyente. Eternamente creyente, yo seré. De una religión u otra, yo seré. Ortodoxo o católico o protestante, pero yo seré. Leeré a Cioran, Eminescu, Aristóteles, pero creyente yo seré. Hoy día quizás no, cuando muera creyente moriré.
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Mostrando entradas de febrero, 2016
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Hogar. Hoy estoy igual que siempre, sólo. Sólo lo escribo pues no lo estoy. Intimidad quisiera por un tiempo, Y reflexionar sobre mi existencia. Cada vez que mi ser entra aquí, marchas fúnebres escucha. Mientras mi mente me pregunta, ¿Dónde estas profunda soledad? Vivo así mucho tiempo. Vivo así. Más no quisiera vivir. Vivir así. Mi alma esta inquieta al entrar allí. Pues yo sólo quiero vivir. Vivir, disfrutar y reír. Mi mente, mi alma y yo.
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Moribundo. Corre el año dos mil cincuenta, ya no hay mortales, sólo inmortales. La vida se ha convertido en la eternidad, y nadie se acuerda de la muerte. Nadie, excepto yo. Yo soy el único mortal que queda en la tierra. Moribundo estoy. Aquí postrado en la cama, preguntando ¿Dónde estás? ¿Qué necesito para ser feliz? Quizás la muerte, sólo ella predice el futuro.
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El niño engendrado por estrellas. En el lejano firmamento, dos astros se enamoran. No eran vanidosos sino escépticos y críticos. El era el lucero, ella, una estrella de tantas. Una rosa, una rosa él le regalo. Ella, no le conocía. Era la que más brillaba de entre todas las galaxias. Estrella hermosa, con seis puntas. Eran sus sentidos. Su sombra morena, a él le enamoraba. Ella, cada vez que lo veía sonreía irónicamente. Su amor por ella, será eterno. La muerte, para el no es dolor sino alivio. En su encarnación el cree. Eterna ella. Eterna muerte. No es perfecta, pero el la aprecia. ¿Amor? No. El tiempo determinará el amor. Su simple presencia a el le agrada. ¿Porque? Se pregunta el lucero. Porque es frágil como su alma. Su sombra morena, le enamora. No le importa si su alma se personifica con la muerte. El la adora. La adora sólo a ella. Enferma con cada imaginación suya. Enferma tanto que piensa en la muerte. N
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Por la tarde. Son las tres de la tarde, el sol brilla. Las calles están inundadas de silencio. Mi alma está triste, el corazón melancólico. El alma enfurecida llora. La muerte me lleva, me lleva la muerte. Cuento las horas para que anochezca. No me gusta, no me gusta esta tristeza. Quiero espantarla, no quiero la muerte. El ocaso llega de repente a mi ventana, pues ya pasó tan nefasto día. La noche me embelesa con su luna. Ya voy terminando este verso. Me paso el día escribiendo esto. Me encanta la poesía, la prosa y el verso.
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En la terraza de un bar. Hoy te vi. Estabas en la terraza del bar. La calima me impedía ver tu rostro. Aún así aprecie tu silueta sentada cigarro en mano. Tus ojos los cubría unas gafas de sol. La esperanza vuelve por un instante. No vueles como el sueño, me digo a mi mientras te miro sin parpadear. Mi imaginación está más despierta que nunca. Son las 12 del mediodía. Hace calor. Mi hora preferida de la mañana. Admiro tus manos, tus dedos, tus uñas como Narciso a sí mismo. El éxtasis se apodera de mi cuerpo tal éxtasis mística. Soy Bergson y la nada. Ahora soy nada. Nada porque te veo a ti. ¡Sólo existes tú! Mi corazón palpita. Mi alma se vuelve pura por un momento. Tan hermosa te veo como la bruma en la mañana. Tus ojos eclipsan al satélite de la mismísima tierra. Inmerso en el bosque me encuentro ahora. Sus altos pinos me parecen pequeñeces. Huelo su aroma. Te asemejo a la naturaleza. Vuelvo del trance. Otra ve
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La casa. Estoy aquí tumbado en el sofá, fuera hace frio. Preparo leña y enciendo la lumbre. Me vuelvo a tumbar. Estoy sereno de la borrachera del sentimentalismo. De repente, la ceniza me recuerda que ella vuela como el polvo de ésta. Mientras yo estoy atrapado en mi mismo y no encuentro el camino. Oigo unos pasos. Llama a mi puerta. Me levanto y despacio avanzo hacia ésta. Veo su silueta y me quedo mudo. La invito a pasar, aún sorprendido. Su pálida tez de mujer, atormenta mi inconsciente. Reprime mis deseos de besar sus labios. Ella me mira y sonríe. La invito a sentarse junto a mi mientras le devuelvo la sonrisa. Juntos miramos el fuego de la chimenea. Yo asemejo el fuego y la ceniza con su alma, mientras ella mira fijamente sin pestañear. No cruzamos una palabra, sólo suspiramos. La ventana está desnuda, y como un rayo la luz de la luna entra por los cristales llenos de vaho. Un suave hálito de viento hace q
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Un beso. Un beso espero cada mañana cuando el sol brilla hasta mi tenue cuerpo. Un beso apasionado tuyo, solo tuyo... en mi pómulo. Tu mirada, tus labios tan suaves, tan tiernos tu perfecto cuerpo atrae mi mirada, mientras me alejo de ti. De aquella morena que me ha devuelto la ilusión, la existencia que antes no tenía. No es amor, no es pasión, sino una ilusión la que me hace no olvidarla y vivir los días como si en la eternidad me encontrara. ¿Pediré mucho a la vida? Solo quisiera ser tu amigo, Quisiera volar contigo, para sentir la libertad, como una golondrina en pleno agosto. Te vi una, dos hasta tres veces pasar, hasta que no te pude olvidar. Porque eres como una noche de verano, con un cielo estrellado en el que yo ahogo mi existencia. Tus labios brillaban con tal fulgor, que encandilaba al mismísimo demonio. Mientras yo te veía como un suspiro alejarte de aquel hombre sorprendido por tu presencia. Desde aquel momento su