Una rosa tú eres.
Vivo por el día y cada vez
que miro el cielo y está nítido
asemejo las nubes aterciopelados
con tu sublime cuerpo inmortal.
El sol lo asemejo con tu bello cabello,
Y cuando llega el ocaso en la tarde
eres la rosa perfumada que entra
en mi posada y perfuma mi vida.
Te quisiera dar un beso, más no te aprecio
pues sólo estas en mi imaginación y en mis
sentidos como lo está la muerte.
Con tu dulce beso me quisiera despertar
de esta aterradora pesadilla, que es la vida.
Llévame contigo querida mujer a una ciudad
desconocida y ámame infinitamente.
De la vida sólo quiero eso, te quiero a ti.
Las noches cálidas son mi aliento, pues
asemejo tu tez, tu pelo a ellas.
Asemejo tu bondad, tu amor a ellas.
Eres flor de la vida; de la vida eres flor
Pues tu fragancia salva la existencia
esa existencia amarga de los hombres.
Tu frescura es tu juventud, juventud eterna.
Eres mi flor perfumada que me enloquece
Y hace que mi existencia sea verdadera
y no tan efímera como hasta ahora.
Sólo quiero que en mi muerte, mueras
a mi lado besándome y sintiendo tu sublime
olor de rosas.
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