Un beso.

Un beso espero cada mañana    
cuando el sol brilla hasta mi tenue cuerpo.
Un beso apasionado tuyo, solo tuyo... en mi pómulo.

Tu mirada, tus labios tan suaves, tan tiernos
tu perfecto cuerpo atrae mi mirada, mientras me alejo
de ti.
De aquella morena que me ha devuelto la ilusión, la existencia
que antes no tenía.

No es amor, no es pasión, sino una ilusión
la que me hace no olvidarla y vivir los días como si en la
eternidad me encontrara.

¿Pediré mucho a la vida? Solo quisiera ser tu amigo,
Quisiera volar contigo, para sentir la libertad, como una golondrina
en pleno agosto.

Te vi una, dos hasta tres veces pasar, hasta que no te pude olvidar.
Porque eres como una noche de verano, con un cielo estrellado
en el que yo ahogo mi existencia.

Tus labios brillaban con tal fulgor, que encandilaba al mismísimo demonio.
Mientras yo te veía como un suspiro alejarte de aquel hombre sorprendido
por tu presencia.
Desde aquel momento supe que los días eran como una nebulosa
de carbón, en la que siempre veía tu silueta de mujer, de bella mujer
y los versos escritos eran soñados aún cuando no escribía.

Cuando miro el mar a lo lejos recuerdo tu pureza,
tu bello cuerpo flotando en el aire cerca del  él.
Y mi alma brota de júbilo como un árbol en primavera.

Las olas me recuerdan a tu pelo ondulado,
el amanecer a tu orilla con perfume de rosa,
y tu rostro me encandila con su belleza.

Oh, eres tan hermosa como en un cuento
pienso, mientras busco palabras selectas para definirte.
Siento un deseo ávido, de poder hablarte a las puertas de un bar.


Decirte que no son mis ojos los que te ven, sino mi alma
y decidiò escribir estos versos lllenos de añoranza, de alegria
por verte a ti y que el día deba morir me regalaras una sonrisa.


Se como el corcho, nunca llores las desgracias de la vida
pues tú no mereces tal castigo.
Alza siempre la mirada y camina hacia delante, como lo hace la vida,
como lo hacemos todos.


¿Qué necesidad hemos de tener en esta vida que no sea el amor?
Quizás la codicia, el odio.  Pero no veo eso en ti sino inteligencia y ternura.
Es la música que hace que así te vea, aquella que canta tu mirada.


Tu tez pálida me ilumina.
Estamos sentados bajo el viejo cerezo,
mientras mi corazón esperanzado palpita, por un solo supiro
tuyo sobre mi frente.


Te  levantas, me miras y me dices con voz audaz
que no puedes compartir conmigo las noches,  ni tan siquiera una copa
margarita.


Te alejas sin importarte mis lamentos.  Te vas y allí a lo lejos te esfumas
como la niebla en la mañana. Me dejas y te vas...
Yo vuelvo a mi mundo que es la eternidad.  Te esperaré.


Te espero mientras bajo a los abismos de Lilith...
Mujeres como ella me esperan.
Una vez naciste, una vez morirás y yo te esperaré.


Aquí,  mi imaginación me mata lentamente...
Sueño que los dos nos bañamos en un río, al amanecer
donde los pájaros  empiezan su cantar.


Dos hombres que pasaban por allí, le sonreían.
Ella sonrojada me abraza y me besa la sien.
Yo sonrio sorprendido y la levanto en mis brazos.


Pasamos el día entre la fina yerba contándonos historias
sobre nosotros, la vida y a la llegada del ocaso desapareces.
Yo vuelvo a estar en la eternidad.  Pero te esperaré.


Salí una mañana de camino a nuestro río.
De repente percibí una escultura de mujer de pelo castizo
pero cuando la miré desapareció y el río empezaba  a arder.


¿Querrá decirme algo?  ¿O quizás cuando esté aquí me abrirá su corazón
y me susurrará su decisión?
Era un juego sentimental, sin conocerte, sin apenas intercambiar una palabra,
sin conocer el carácter, a mi me bastaba con una mirada cada vez que te veía,
año tras año...


Tu  voz me parecía silencio. Voz de mujer tenías.
Voz tenue y cariñosa cuando te escuchaba.
Sería feliz de estar a su vera, por un instante en el bar
y mirarla a los ojos.


Tal vez cuando nos encontremos aquí, mujer...
Mientras tanto la noche y la luna serán mis confesoras.
Ellas escuchan  mis estrofas llenas de gritos desesperados.


Amantes por un día quizás no lo quiera
y tampoco vivir en penuria de ti.
Sólo contigo, o nada sin ti.


Cuando vuelven los días de angustia siempre estaré
contigo en mi mente, mujer morena y tierna.
Amiga, mujer que me apasiona. Amante de poesía.


Asemejaré  la luna con tu pálido rostro,
el cielo estrellado y nítido a tu hermosa cabellera.
la tierra a tu cuerpo, siempre que la angustia decide volver
atormentando mi alma inmortal.


Mujer estereotipada de mi poesía,
mujer bella de mi poesía, haces que plasme sobre papel
estos sentimientos quizás para ti invisibles.
Pero tal vez educadamente hermosos.


El tiempo no será eterno, pues pasa como el agua del río.
¿Será otra cosa?  ¿Será el mismo río?
El tiempo dirá aunque sea el final.










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