¡Oh querida!

Dulce me pareciste niña.
Eras como el viento en la noche,
que atravesaban mis sienes.
Contemplando el cielo sentía euforia,
de saber que estas en algún lugar escondida.

Tu sonrisa tan brillante, como plumaje de un cisne,
la belleza que desprendes, con sólo una mirada,
las palabras, que adornan mi aturdido alma.
Eres tú la culpable de mis noches en vela.

Ahora ,no sé dónde estás.
Quizás, escondida en algún lugar
dónde las flores brotan de alegría
por tenerte a su lado.
¡Oh querida, querida mía!





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