Entre caminos...
Entre las colinas y la niebla de cada amanecer,
por los caminos
andando con un candil
busco mi alma, mientras me evaporo.
Entretanto, la luna, llora mi desgraciado destino.
De repente, aprecio tus cabellos vestidos de oro
en la noche, cuando ya estaba dormido y soñaba contigo.
Esa noche en la que yo era tu amir, y tu mi amirah.
Y nos amábamos eternamente en el cielo con ternura.
Pero otra vez te vas, y dejas la amargura enarbolar mi
corazón.
Entonces, yo a los arcángeles como Israfil me encomiendo,
para poder ver otra vez más, tus rizos atezados, y tu
gracejo rostro,
mientras nos amamos en la serenidad de la noche y sus
estrellas.
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