Mujer de cuerpo mitológico, mirada de demonio y alma de ángel.

Hoy, mañana y siempre quisiera sentirme sólo,
pues sólo así yo podría felizmente vivir.
Pienso en lo que mi corazón ama. Sí, ama a la mujer.
Su cuerpo me embelesa, me excita, lo amo.

Mi alma al mirarlo se queda extasiada,
Queriéndolo amar por siempre, por siempre…
Pues él es divino, es la perfección echa carne.
Lo amo, aún cuando está ya en la tumba.

El cuerpo de mujer espanta a la mismísima muerte.
Pues su bella figura embelesa y destella a quién lo mira.
¿Por qué tenemos que morir y dejar de verlo?
Pues no hay nada más bello que un cuerpo de joven mujer.

La muerte nos lleva temprano, sin apenas ver el alba.
Pero ella trae la verdad, porque no nosotros nos adueñamos
de él, sino el de nosotros. Muerte porque existe…
Amar hombres hasta sacar vuestro último soplo,

Pues la muerte no pregunta, más nosotros hallaremos
la respuesta.  Místico parece tu cuerpo mujer, cuerpo de mujer.
Mirando tu ojos, tu mirada parece que al mismísimo demonio
veo en ellos. ¿Qué escondes bella mujer detrás de esas perlas?

Tienes lo ojos tan misteriosos como la Gioconda,
como la Virgen María. Transmiten inseguridad, ternura
a la vez. Eres reina malvada de la noche, pues me atormentas.
Moriré amando a las mujeres, las bellas mujeres.

Pero no me atormentes mujer bella, demonio con forma
de cálido sentimiento y perfecto cuerpo. Me digo mientras
recuerdo el dibujo de soberbia de Jacob Matham.
¡No me hagas tu esclavo, seamos los dos reyes!

Alma de ángel tienes pues sé  que tu alma es pura
como el agua, como el cielo, como este mundo errante.
Yo te he amado, te amo y te amaré aún cuando Dios
me brinde la oportunidad de reunirme con Él.

Cuerpo perfecto tienes como la mismísima pintura
de Miguel Ángel. Te amaré por siempre joven mujer.
Joven mujer, bella mujer tu eres el arquetipo de lo que yo
entiendo por amor, tú, sólo tú mujer, mi bella mujer.

¡Yo me encomiendo a ti Verbo hecho carne para que tengas piedad
de mi, pues amo a la mujer y a veces soy lujurioso y peco en demasía!
¡La muerte será mi salvación y entonces conoceré la verdad
 y espero tener a tu segunda creación a mi lado por siempre!



El universo atraviesa mi cuerpo al mirarte y atrapa mis emociones.
La muerte ya no significa muerte para mí sino una simple ilusión,
y el ataúd que de oro me preparas. Más yo no quiero joyas en la hora
de mi muerte. Quisiera morirme sin nada tal como vine al mundo.

La claustrofobia se apodera de mí, al saber que algún día de mi lado te irás.
El último aliento que mi boca suelta ya sube al Altísimo para vivir en paz.
Pues a ti te doy por perdida más la esperanza la conservo de amarte
algún día, mujer bella, mujer joven, mi arquetipo de amor, de amor…

Quizás moriré antes de tiempo, pero antes solo quisiera, solo quisiera
decirte cuan te amo y amarte. Amarte hasta mi último hálito.
Tú eres mi inspiración, mis ganas de seguir viviendo aquí, entre mortales,
en pleno siglo XXI donde las gentes están llenas de la sustancia de la hipocresía,

de soberbia, de vanidad algunos muy astutos que viven a costa de otros,
y roban y se enriquecen gracias a la prole, sin pensar en las consecuencias
dramáticas atrás dejadas. El mundo, la vida es esta y nadie la puede cambiar
pues seguirán dañando el alma de esta pobre juventud y senectud hambrienta.

¿Pero yo?  Yo te tengo a ti, y con eso me basta para vivir aquí y así.
¿Pues de qué sirve ser un gentleman si no os fijáis en mis jóvenes doncellas?
Creo que la dicha sólo la podré hallar con plenitud en mi muerte,
pues al fin todo se acaba. Más nadie eternamente vive sólo el Creador.



Libertad querida libertad, tú eres mi inspiración, mi gran amiga.
Soledad, a veces te necesito pues ella perdiose por el mundo
olvidándose de mí. En esta vida no tendré dicha, dicha no tendré.
Marchose con su amado, pues yo sólo era su amante, su amante…

 Yo que te tengo como en una tarima de teatro llena de candilejas,
pero tú no aprecias tal cosa y sólo te importa mi estatus social,
mi riqueza, pero te diré que no soy burgués ni aristócrata más bien
un hombre que vive del proletariado, un bohemio de gran corazón.

Sueño con encontrarte algún día antes de mi óbito y vivir en consonancia.
Te sueño. Eres el vino que baja por mi boca, quema mi estómago, me embriagas
hasta hacerme daño, tal daño que pienso en el suicidio.
Dejas bermejas misa lágrimas y te marchas. Te vas sin importarte nada.

¡Yo te maldigo mujer joven, mi mujer, mi razón de vivir, mi musa!
Te maldigo y te digo: -ojalá tu suerte sea la misma que la mía y nunca
te amen ni te quieran como yo lo hice todo este tiempo.-
Mi morena, mi rubia, mi pelirroja. Mujer yo te maldigo.

Mi manera de ser altruista y filantrópica ha destruido mis ambiciones
Y las ganas de vivir pues nadie agradece mi esfuerzo. Sólo dicen gracias.
Bien, pues tú amada eres una de ellas. Aunque seas así yo te digo te amo,
te añoro, te idolatro. Si amor, todo esto te digo pero tu antipatía me mata.





Tu soberbia me hace odiarte más a la vez que te amo, te quiero.
No puedo dejar de pensar, de escribir de verte como una inspiración.
Aún cuando estos años de sufrimiento son solamente por ti y para ti.
Eres mi desgracia, más no puedo; no puedo dejar de pensar y de amar.


¿Seremos alguna vez un solo corazón? Me pregunto enfurecido
mientras te perdono una y otra vez y volvemos a amarnos. Estúpido soy.
Me digo entre mi, mientras mis largas manos acarician tu cuerpo, beso tu pubis.
¡Ah tu pubis, tu suave y aterciopelado pubis! Tus labios más hermosos.

Desgraciada era mi infancia, más aún lo eres tú mujer, conmigo.
Eres mi desdicha por instantes, por instantes mi desdicha eres.
¿Eras tú la cosmogonía en desorden cuando aún no existía el mundo?
Me pregunto desesperado para buscar un sentido a nuestro amor.

Ya no soy el mismo que hace un instante, ya no eres la misma que ayer.
A veces el rio suena, suena el rio y no sé lo que consigo trae.
¿Será tu amor, tu odio, la separación? No lo sé.
Lleno de dudas estoy y estaré hasta el día que de verdad halle tu paradero

y entonces te amaré. Te amaré, te poseeré contra el viejo gotéele.
Te quitaré lentamente  la camiseta y besaré lentamente tus pechos, tu vientre,
tus labios de mujer, de nueva mujer, te cogeré con dulzura pero fuertemente.
Me adentraré en lo más profundo de tu ser hasta que grites ¡TE AMO!

Amaré tu cuerpo, tu sexo, tus bellas y largas manos, tus cárdenas piernas,
amaré tu alma tu espíritu, te amaré toda para después echarte al olvido
e invitarte a que te vayas de mi morada, de mi dulce y inspiradora morada.
Sé que me arrepentiré, pues de tantas que amé tu eres la perfecta, el realismo

mientras que las pasadas fueron lo abstracto, el surrealismo, como su amor hacía mí.
Me equivocaré al olvidarte pues eras perfecta. Pero fugaz es mi vida y así lo seréis
vosotras mujeres jóvenes, jóvenes mujeres. Eternamente jóvenes, yo os amo.
Sólo la muerte es eterna, pues mi amor por ti mujer será eterna, pero en la muerte.

Yo te amaré mujer, más que metafísicamente, mientras  los políticos usan  la demagogia
para matarnos lentamente a nosotros y a la senectud e hundirnos en la miseria.
Democracia, comunismo, anarquía, da igual la forma de gobierno, el hombre siempre
sufre. Sufre y derrama amargas lágrimas en vano, púes a su ataúd nadie lo hará.

Vuelvo a pensar en la amada. La veo por la calle pasar y le digo:
-Tengo que aprender a tratarte con mucha templanza,
pues no te quiero perder. Ni hoy, ni mañana, ni nunca.
Te amo por siempre de forma vehemente, querida mía.

 Y me pregunto si tú Señor has dejado en la Tierra tal hermosura como es la mujer,
¿Qué nos espera cuando nuestro cuerpo y alma deje de latir?
¿Habrá algo mejor después de muertos?
Me pregunto una y otra vez, mientras caigo en la lujuria y le hago el amor, otra vez.


 La amo, la amo, una y otra vez. La adoro, adoro su sexo, la adoro a ella.
No puedo estar un minuto sin ella, más aún si quisiera no podría.
La amo hoy, la amaré mañana y siempre. Amaré a la mujer, a la bella
y  joven mujer, a pesar del dolor que ella me causa, la amaré.


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